Asistí a un coloquio de eso, tecnología de la información y comunicación, organizado por el Ayuntamiento.
(Con la mosca detrás de la oreja pues, recuerdo que en la penúltima convocatoria, mostraron un software que hasta el Pedro Picapiedra tuvo que dejar de usar, por obsoleto....).
Presidieron el acto un subdirector general, un delegado autonómico, el responsable provincial del sector, el comarcal y personal de la concejalía organizadora.
Que desaparecieron después de dar unas esforzadas y excesivamente optimistas loanzas a los emprendedores, dejándonos en manos de un experto y sus ayudantes.
Hacia las dos de la tarde paramos para tomar un tentenpié; unos canapés de elaboración industrial y un refresco o cerveza "sin". ¡Con que buen "saque" ataqué la merienda, ese día!.
El balance del coloquio sería que pasamos un rato más entretenido, que interesante.
El colofón consistió en dejarle nuestros datos a alguno de los ayudantes, para que vinieran a visitarnos al trabajo y ver cómo nos podían ayudar.
Y sí que vinieron, para ofrecernos una ayuda valorada en mil euros, quinientos de ellos subvencionados por su departamento.
Uno ya se había buscado sus programas informáticos y de comunicaciones, o los había comprado o se los habían puesto, antes a conocer esta "colaboración".
- Pero no estoy cerrado a nada; especificadme esa ayuda.
- Primero pague.
- Que os den, oye.
Deja una cierta desazón dar esos cortes....
Un tiempo después, hablando con el dueño de un restaurante, me comentaba lo difícil que es ir tirando a base de servir menús.
- Por suerte, a veces se presenta un almuerzo a la carta como el de unos políticos que no pararon de hablar de informática, de eso hace quince días, ¡si hubieras visto como depredaban los carabineros!.
- Ese día estuve ocupado, chico (haciendo el gilipollas).
