Andorra 1975.
Llego con una moto y unos veinte años recién estrenados.
Me doy de morros con una sorpresa mucho mayor que el encontrar tabaco y whisky a mitad de precio.
Que todo el mundo se comunicaba con normalidad en su lengua vernácula -que es la mía-, mientras yo debía sortear un montón de restricciones para hacerlo. Impuestas. Por esa gente "de fuera" que dicen que todo es una. Una será la suya; pero no la mía, si no quiero.
Después fui abriendo los ojos y, afrenta a afrenta, va uno desquiciándose, sintiéndose subcontratado, colonizado, acorralado (de corral).
A día de hoy continuamos con el mismo calvario, nada ha cambiado; zancadilla de Montoro, puñalada por la espalda de Wert, autismo en grado superlativo de Rajoy, etc.
Entonces, episodios como los cuatro millones de euros -o los cuatrocientos-, que hayan podido sisar los Pujoles, nada afectan a mi aspiración de que Catalunya sea en un futuro un nuevo estado europeo.
¡Con lo denostados que están los comportamientos dictatoriales y tener que soportar esa vecindad antidemócrata, interesadamente ciega ante nuestras singulares reivindicaciones!.
Pero esa pieza no encaja, y se comportará como la higuera de mi vecino; siempre vuelve a brotar, y acabará por resquebrajarle la pared....