miércoles, diciembre 06, 2006

Reflejos

Casita de campo, con piscina, usada sólo para fiestas.
Los amigos avisaron que llegarían justo antes de comer, así que podíamos disfrutar de la finca nosotros solos. Nos bañamos, polvete en el sofá, duchita y a cocinar para la peña. Puntualizemos, ella cocinó, yo estuve preparando una ensalada (mi techo culinario). Estaba una fuente con lechuga lavada y cortada encima de la mesa, en no muy buena posición. Al rato, involuntariamente le dí un golpe y se cayó en el sofá; intuía que podía pasar eso, por lo que tuve reflejos suficientes para sujetar la fuente, de la que sólo se cayeron dos o tres hojas, que con un manotazo devolví a su lugar. Todo arreglado en medio segundo.
Llegaron nuestras amistades y nos pusimos a comer. A lo cinco minutos la más remilgada del grupo (sacando un ensortijado y largo pelo del plato), pregunta:
_¿ Quien preparó la ensalada?.
_Yo mismo.
_¿Te olvidaste de lavarla?.
_ Que va, le añadí unas gotas de lejía al agua y la lavé concienzudamente; sé que tiene bichitos y restos de tierra. Te juro que siempre la lavo.
_Este pelo que he encontrado en la lechuga no parece que sea de tu cabeza.
_Entonces será que me he rascado los huevos mientras aliñaba.
La defensa no puede recusar pruebas tan evidentes y la escapatoria en clave de humor no fué efectiva; hubo que tirar toda la ensalada, y ni los chicos (claramente menos melindrosos) se dignaron a echar un cable por compañerismo.
La mala suerte que tengo con los kikis fuera de la cama habitual. Recuerdo uno en un pajar, que se alargó demasiado y que hizo que llegáramos a clase tarde y con la parte posterior del abrigo y del pelo lleno de paja. ¡Vaya semanita que duró el cachondeo en el instituto!.
Continuando el relato del almuerzo en la casita, ya en las postrimerías, estabamos en la cocina mi amigo atareado con el café y yo retirando platos, cuando va y se le derrama la cafetera por el mármol. Viendo como se extendía la mancha y lo rápido que avanzaba hacia los fogones y los cajones de cubertería abiertos, agarré la fregona del cubo -con los reflejos que me caracterizan- y absorví con ella la mayor parte de la mancha.
_Un trabajo chapucero y marrano por culpa de la herramienta, pero de gran efectividad (le comento al cafetero).
_Deja a la fregona que aquí el único marrano que hay eres tú.
Vaya, si parece que teníamos espectadora. Me giro a ver quien es. Si, ¡premio!, estaba seguro: era la que había encontrado el pelo.
Lo que sentenció Murphy: que la tostada siempre cae al suelo del lado untado con mermelada; abundando en desgracias culinarias.

Post largo y sin espacio para la foto que había escogido (de pelos), por lo cual la pongo en el post mudo de aquí abajo.

1 comentario:

Joana dijo...

Hola!!
Murphi no falla mai!
Si et toca la rifa , vés en compte que segur que t'arriba una factura!
I no falla.
Salut!