Aparca bien

¡Así no!.
Aparte de la dificultad que implica salir desde un aparcamiento "de la otra acera", el coche ha quedado muy separado del bordillo, el espejo no se ha plegado y esa rueda anterior apuntando al centro de la calzada es un mal presagio en el caso que otro vehículo circulando se deba "pegar" a su derecha por, pongamos, cruzarse con un camión.


¡Ahora sí!.


En los contados casos en que no sea posible entrar en el hueco de aparcamiento de forma correcta -o sea, en marcha atrás-, hay que evitar tocar las aceras.


Foto anterior ampliada.
Ese pellizco supondrá, en el mejor de los casos, un bulto en el neumático y una rozadura en el tapacubos; pero también podría ocasionar pichazo, doblez en la llanta y desajuste en la geometría de la dirección.


Ésta es la forma -si no queda más remedio-, de atacar un bordillo.


Un suave golpe de gas....


Para bajar, la misma precaución; evitar hacerlo con la rueda en diagonal.

¡Repetimos!, siempre que se pueda hay que acceder marcha atrás en el hueco escogido para aparcar. Retrocediendo disfrutamos de un radio de giro notablemente menor respecto a la maniobra efectuada avanzando.

Ya antes, conviene darle un toque al "joystick" del motor de los espejos exteriores para que bajen y así ver mejor el suelo.
Las cervicales no agradecen el mirar para atrás sin espejos.
Y para controlar éstos, hay que practicar mucho. Un descampado y cuatro piedras pueden valer para perfeccionar ese apartado donde las autoescuelas aprobarían justito.
Y no descuidar el espejo interior; es el punto de mira que nos informa hacia donde apunta el culo del coche.