Voy a ver si con unos cuantos telefonazos consigo algún pedido de los pocos pintores que quedan en esa comarca, i así me ahorro el desplazamiento y el pernoctar en el hotel de todos los meses.
El dueño del hotel:
Este año se va a quedar el establecimiento sin el habitual repaso de pintura. Ni siquiera viene aquel representante que llevaba tantos años hospedándose aquí.
El pintor:
Tengo el almacén vacío de pintura y cualquiera se arriesga a comprar, si tal vez esos euros me hagan falta para comida. El hotel que repinto siempre después del verano, tampoco llama....
¡Venga ese dinero!
Y nosotros haremos que ruede y empape todo.
El consumo, se llama.
Fuera del mercado, solo hará rodar unos pocos engranajes:
1 comentario:
Esa es la realidad,la cruda realidad... tengo una parecida... por ahi..
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