Era el mejor de la clase. Por ello, se me asignó una beca. Entonces, dado que sólo tenía el fútbol en la cabeza, renuncié. Nunca dejé de ser un guardameta-coladero, eso sí, con mucha afición. Heredó la beca el segundo del cole, sacó económicas, casó con la heredera de una gestoría y actualmente, gordísimo, lleva el cocodrilo bordado hasta en los calcetines.
Aprendí un simple oficio, luego alquilé un local y trabajé por mi cuenta. Un autónomo que haga chapucillas por las viviendas de sus clientes, tal vez no tenga ni la mitad del papeleo y los problemas que representa tener un establecimiento abierto al público. Raro es el día que no deba acudir a la gestoría a que me traduzcan algún requerimiento redactado en el lenguaje cirílico que emplean administraciones y organismos varios.
El abanico de posibilidades que se pudo abrir en cierta época, echado a perder por no tener ni la EGB. completa. Mil veces me he arrepentido de no estudiar. Cuéntales esto a los chicos.
Además hay lo del título...
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