Cena de compromiso donde muchos de los asistentes apenas nos conocíamos.
En medio de un compañero de deportes y yo mismo se sentó una dama. De pelo negrísimo y poseedora de ese tipo de piel que parece bronceada ya de nacimiento.
Después de tomar unos combinados para facilitar la digestión, va el socio y le espeta a la vecina:
- Ahí abajo debes de tener unos bigotes de esos que se juntan con el ombligo...
A lo que ella, pasmada, con los ojos como platos, contestó:
- ¿¿PERDONA??.
- Lo adivino por el evidente vello de tus brazos, sin ofender.
- ¡No, si ahora también voy a tener que depilarme los brazos!. Cómo envidio a las rubias con sus pelusillas transparentes, siempre inadvertidas.
(A ver si calmo los ánimos):
- Chica, tómatelo a bien, que donde hay pelo hay alegría...
FIN.
1 comentario:
Llamame fascista pero me gustan las mujeres sin pene y sin bigote. Manías que tiene uno.
Un saludo
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