viernes, febrero 17, 2017

Parametrizando sentimientos


Pongamos que viene un español a Catalunya e intenta pincharnos acerca del "proceso". Quienes somos favorables, contestaremos a todo lo que se nos quiera preguntar con corrección, con afabilidad, e incluso tirando de algún recurso humorístico para quitar hierro al asunto (porque creemos que las consecuencias que acarree, serán mucho más leves de lo que algunos ladran dicen).
Pero si es un catalán quien va por las españas, que ni intente hablar del "proceso" -y mucho menos pinchar-, que se lo comen. También conviene que esconda -a ser posible-, nuestro característico acento, como deben hacerse las cosas en campo contrario.

Ya no puedo más con mis zapatos talla 43, me aprietan demasiado. Me compraré unos del 44.
Noto que ya no soy español; mala vecindad, esencialmente . Sólo me siento catalán y europeo.
Es legítimo, es mi prerrogativa; igual como los zapatos. No admito que nadie se entrometa en ello.

¿Y que hacemos con los millones de paisanos que tampoco se sienten españoles?. Porque esa carnaza del cebo, que aseguraba que una mayoría de catalanes no estábamos por la independencia, nadie se la ha tragado, ¡el estado español habría convocado el referendo con la máxima urgencia para zanjar el tema!. Anda que no....
No sé en Barcelona y su extra-radio, pero en el resto de ciudades y pueblos de Catalunya, diría que es apabullante la mayoría de personas que están ilusionadas con poder afirmar en las urnas su voluntad de dejar de pertenecer a una nación sin estado propio.

Cuando uno de los integrantes de una unión la declara rota, la otra parte debe facilitar la disolución, la separación. Honorablemente. Abortarla con chantajes y amenazas, lleva a este desencuentro que se prolonga desde hace más de trescientos años.
Tal vez hubiéramos continuado más tiempo por esa carretera tan bacheada, pero ante el "Stop" que nos plantó la derecha estatal a la reforma de l´Estatut, entonces tomamos la autopista de la independencia, e incluso seremos primeros en la llegada, adelantando a Euskadi y Navarra, empleando como están ellos el combustible de bajo octanaje propio de sus acomodaticios fueros.
Y así estamos, tú, nacionalista español/a que crees que España es "toda" la que te han hecho creer, y yo, nacionalista catalán, que eso, ni por asomo. Con una diferencia; a mi me importa un bledo si tu comunidad está bien como está, si opta por independizarse, si quiere integrarse en Portugal, o en Burkina-Faso. Una actitud tropecientas veces más respetable que mirar para otro lado respecto a la colonización de que estamos hablando, indigna del siglo en que vivimos.
Parece mentira que el mismo rebaño abúlico, indiferente, inmóvil ante el robo del recibo de la luz, manifieste tanta empatía por la retahíla de insultos, los furibundos comentarios que adornan cada espacio mediático que narra los pasitos avanzando que se atreven a dar los dirigentes que votamos los catalanes. A lo que hay que añadir las anatemas de casi todos los políticos estatales, sabedores de los votos que se ganan yendo contra Catalunya.

Uno teme que las élites financieras, políticas y mediáticas hayan tratado asuntos tales como la inmigración, los rescates bancarios, las penas a los ladrones que no incluyan devolución de lo robado, etc., de forma contraria a como desearía el pueblo llano; y me ilusionaría creer que buena parte de los españoles, en el fondo, opinasen que si los catalanes se quieren ir, que se vayan, que debajo de su tierra tampoco hay oro, y no está bien arañar unos eurillos en maniobras como la vergonzosa escala "obligatoria" en Barajas; ello acaba de hacer desistir a cuatro líneas aéreas orientales de organizar viajes turísticos a las costas catalanas -ni para ti, ni para mí....-. Y no es eso. Qué duda cabe que el anhelado corredor ferroviario mediterráneo, daría un gran impulso a toda la industria levantina, y las gentes beneficiadas por ello aumentarían su consumo -por ejemplo-, de jamón ibérico y tintos de Rioja. Hay que ser muy cortos para no entender esto....
Añadir, finalizando ya, que la obstinación secular en desarraigarnos de nuestra cultura a los catalanes, que duda cabe que también ha echado a muchos de nosotros en brazos del independentismo.

Aún a riesgo de que a este blog (que no iba de política) le mengüen más los lectores, este post no deja de ser un intento para remediar ese "ES QUE NO SE ENTERAN" que nos golpea en la sienes cuando oímos hablar del proceso a gentes ubicadas del Ebro para abajo.


1 comentario:

Toy folloso dijo...

En principi, si la llei fos justa i eficaç, serviria per cohesionar aquests dos universos, però no pot, perquè la llei s’usa contra el dret, la Constitució contra la nació, la justícia contra les urnes.

Patrícia Gabancho, en NacióDigital.