Y, desbordándolo, ojete más negro que los cojones de un borrico.
Si no se hubiera agachado mirando, no sé, a ultramar, tal vez no me hubiera sorprendido.
Si es que por estas playas de moda algo puede aún sorprenderle a uno...
Blogger dejó pasar la última foto que publiqué pero, si llego a retratar y subir "el suceso", me expulsan fijo.
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