Sentencia

"No hay mejor lotería, que el trabajo y la economía".

Decía mi tío, uno que al salir del trabajo, en vez de ir de chatos, recorría los alrededores de viviendas en construcción buscando restos de cobre sobrantes, que limpiaba y revendía.
Vivió sobria y felizmente, dejó un buen pellizco a mis sobrinos y no, jamás compró lotería.
Viene esto a cuento porque hace un par de años, recuerdo que encontré a Pitu en un establecimiento de apuestas, donde estaba gastando una cantidad desproporcionada de dinero, para su sueldo de operario ceramista.
- Me gasto mi primer ingreso de desempleado.
- Pero si tú eres un buen oficial, ¿quieres que hable con el cuñado de mi sobrina para ver si te emplea en su alfarería?.
- ¡Anda ya!, voy a disfrutar a tope de estas vacaciones remuneradas.
- Pitu, lo estás haciendo todo al revés, trabaja si puedes; y ahorra, que nunca sabes como se presentará el futuro.
- El futuro, ya veremos...
Pues ya lo he visto; con la fabricación de cerámica -principal industria de nuestra ciudad- en sus horas más bajas, y con el paro agotado, Pitu está literalmente, comiéndose los mocos.

Otra sentencia a tener presente, al final de ésta antigua entrada.

Este finde voy a rehacer el post que debería llevar el número 499 y que desapareció al tocar una tecla que no debía; uno muy marrano, por cierto.
Para el quinientos, he decidido contar una anécdota propia (con la que mis amigos se parten el ojete, al recordarla), y que ocurrió durante una visita a uno de esos bares con lucecitas coloradas, ya sabes).