La mierdecilla del Windows-10

Era ofrecido gratuitamente hace unos meses. Le pregunté a mi informático qué le parecería un cambio y me contestó que más pronto o más tarde acabaría usándolo. Y lo instalé.
Me machacó un Windows-7 alegal, que a su vez, había machacado un XP legal.
He oído que se trata de una instalación que dura un año nada más. A ver cuando se auto-desinstale como van a quedar las cosas....
Primer susto: diariamente me obliga a usar una contraseña para arrancar, algo que en un ordenata practicamente público, ocasiona un sinfín de molestias.
Luego se ha cargado unas pocas contraseñas de correo y aplicaciones varias. Para nada ha sido fácil renovarlas.
Entre su socio Picasa, y el sucedáneo que lleva este sistema operativo, me han revuelto todas las fotos del disco duro, perdiéndose no pocas en el proceso.
Lleva el peor Media Player de todos los habidos -tengo mi sacrosanta colección de música bien guardada en memorias externas, por si las moscas-, colección que hago sonar mediante el Ferrari de los reproductores, el AIMP3 que, por cierto, no es molestado por éste S.O. de marras.
Todo en él desprende un tufo pseudo-comercial; facilidades para interactuar con la nube, las redes sociales, para bajar -pagando-, alguna aplicación de la casa o afines, mientras que han complicado singularmente acciones tan simples como imprimir, poner un slide o comparar dos carpetas.
Y no es más rápido, ni más nada.
A un aventurero no deja de desagradarle tomar decisiones conservadoras, como volver de nuevo al "7"....