jueves, julio 21, 2016

Un cuento de seguros



La grúa deposita en el taller un coche con la parte delantera destrozada.
Su propietaria iba a trabajar de madrugada y, al atravesar un banco de niebla, perdió el control.
El vehículo gozaba de un seguro a todo riesgo sin franquicia -el Ferrari de las coberturas-.
Al día siguiente se persona el perito en el taller y tasa los daños, pero no autoriza la reparación.
¿Cómo que no la autoriza?, preguntamos el taller, la propietaria y el agente de seguros local.
Mutismo.
Su dueña pudo continuar yendo a trabajar porque le dejaron el coche unos familiares.
Casi cinco semanas después llegó la autorización, se efectuó la reparación, el taller cobró y volvió a disfrutar del vehículo su titular.

Parece ser que las aseguradoras indagan a la policía local, autonómica -y estatal, si fuera el caso-, acerca de una hipotética denuncia por positivo de alcoholemia que pudieran haber practicado a su asegurada en el día del percance.
¡PARA VER SI SE AHORRAN DE PAGAR!.
Dos meses sin coche cuando ella se dio el bofetón solita.
Otra prueba de amor de las aseguradoras hacia sus clientes....


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