martes, agosto 28, 2007

Va de caídas

Marcha nocturna de unos 15 kilómetros. A pata. Por caminos rurales. Linterna en mano.
Temo que no andaría demasiado sobrio cuando accedí a que los amigos me inscribieran. Por suerte llegamos al final mucho más divertidos que cansados.
Discurría la ultima parte de la caminata por unos pinares que, al estar plantados en una pendiente, tienen una parte de raíces al aire.
Uno de los participantes, alto y desgarbado, parecía tener prisa. Iba adelantando al resto como podía, subiendo incluso por la ladera del camino.
Al poco, se le trabó el pie en una raíz, y se pegó un costalazo con voltereta incluida. Jamás vi una caída tan cómica.
En medio segundo se hubo incorporado, (tratando de no pasar tanta vergüenza) manifestando:
- Estoy entero, no ha tenido importancia, de verdad; continuemos....
Renqueando, con la dignidad rota, fango por todo el costado y la rodilla empezando a sangrar, reemprendió la marcha a ritmo del resto de los sufridos participantes, que a duras penas conteníamos la risa.
¡Y la cara de incomprendido que ponía el tío!.
Nos mirábamos entre nosotros y realmente queríamos reir; no lagrimeando ni cuidando de no mearnos encima, (no trajimos el Dodotis) sino de forma sonora, a mandíbula batiente. Estábamos a punto de reventar por culpa de la educación y la misericordia.
- ¿Seguro que estás bien?, preguntó un compañero.
- Si hombre, si.
- Verás tú mañana.
Ni que decir tiene que este último comentario fue la claqueta para la escena de las carcajadas. Hasta el herido se sonrió, pobrecillo.


Va a ser que no la inminente caída que propone este gráfico.
Worth1000 la web especialista en imágenes imposibles.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá no tengo sentido del humor, pero yo no entiendo qué es lo que hace tanta gracia de que una persona se caiga y se haga daño. Quizá fuera la comicidad de la caida, como dices tú, pero...

La pequeña gigante dijo...

A mi me pasó algo parecido haciendo senderismo, tropecé con tres piedras y a la tercera me caí. La cuestión está en que para no caerme, agarré los pantalones del chico que iba delante mio, y casi le ve una familia, que pasaba por allí, todo el mandado, en fin. Yo tampoco me hice daño, pero era la que más se reía.

Anónimo dijo...

Yo soy un auténtico especialista en caídas cómicas... pero en medio de la ciudad y en el momento más insospechado. Y la verdad es que aunque esté viendo las estrellas de dolor, siempre intento levantarme sonriendo (más que nada para evitar provocar aún más carcajadas de los transeúntes jejeje)

Salud y fuerza!