Imagina que eres responsable de la sección de modas de unos grandes almacenes.
Una de las marcas representadas ha creado su propia red de franquicias, y ello está repercutiendo negativamente en las ventas.
En este contexto, habrá que prescindir de alguno de los dependientes.
Por cierto, uno de ellos, parece que tuvo algún conflicto afectivo y
ha decidido olvidarlo a golpe de pastelito. Y como tampoco acude al gimnasio, se ha "adornado" con unos quince kilos de más, en los últimos meses.
¿Te vas a dejar influir por su nuevo "perfil", a la hora de deshojar la margarita de la siempre cruel reestructuración de plantilla?.
10 comentarios:
Coño, qué cuestión...
¿Me permites publicarla, debidamente referenciada, en mi blog?
A mandar, Sebastián.
Suposo que el “Sr. Pastelito” seria la solució més fàcil...
Afortunadament no haig de prendre aquesta mena de decisions a la meva empresa... QUINA SORT!
doncs jo, com a empresari, decidiria que a condicions productives, atenció al públic, i dots comercials iguals, cardaria fora al que tingués el sou més alt i tingués que indemnitzar menys.
Muchas gracias.
Ahí va:
http://lacomunidad.elpais.com/lentejas/2009/2/26/una-cuestion-peliaguda
Seguro que genera ruido. Un abrazo.
Decididamente no, yo como buena femina pondria en la calle a la tetuda .........
Besos
Jo crec que, desgraciadament el món va parit així, i que li tocaria el rebre, segur...
...a mí esque la última vez me despidieron precisamente por no despedirla.
Pues yo, si fuese empresaria, no tendría en cuenta su peso. Tendría más en cuenta aptitud para el trabajo, rendimiento, implicación con el puesto y actitud con el entorno de trabajo, antigüedad...
Incluso antes de despedir a una persona o a otra tendría en cuenta en que situación les deja eso: antes despediría a una persona joven estudiante que vive con sus padres y trabaja para costearse las juergas, que a alguien que tiene cargas familiares y una hipoteca.
Lo mismo digo que no me cortaría el pelo en hablar con esa persona. Le preguntaría por sus problemas, la animaría a superarlos, le preguntaría que rumbo quiere tomar. Si su obesidad grabe, mala para la salud o tan notable que puede influir en su trabajo, se lo haría ver. Con esto probablemente me ganaba una demanda aunque no hubiese despedido a esa persona.
Supongo que es polémico, pero mucho más inmoral me parece despedir a alguien porque ha cogido peso y mentir. Por eso no dirijo ninguna empresa, e intuyo que no lo haré jamás.
Publicar un comentario