Lo bueno es acertarle a una perdiz de lleno; cae a plomo y llega al suelo "fría"; pero a aquella, el cartuchazo le dio en una ala y, como un motor con el pistón gripado, fue perdiendo altura, yendo a caer al otro lado de un cerro.
El cazador, al coronar la cima en busca del ave, vio que en el lugar donde debía buscarla había un rebaño paciendo.
Se dirigió al pastor.
- Oiga, que he abatido a una perdiz y ha caído por esta zona.
- Entre las seis y media y las siete menos cuarto serán ahora.
- No le he preguntado la hora, sino acerca de un ave a la que he disparado.
- Fíjese en el sol, lo alto que está; falta un buen rato aún para las siete.
- No me creo que no haya visto caer a la perdiz.
- Hasta las ovejas saben la hora, vea como empiezan a regresar al corral.
- Este tío no se entera de nada y yo me vuelvo a casa de vacío. ¡Hay que joderse!.
- Bueno adiós; no esté mucho rato aquí, que ya cae relente...
Luego de terminar la veda, un día el cazador fue a dar un paseo con amigo para mostrarle los terrenos del coto. Divisó a lo lejos el pastor con su rebaño.
- Ven, que vamos a reírnos un rato, ¡ese pastor está más sordo que una tapia!.
Se acercaron.
- Hola pastor, ¿verdad que además de sordo, está tonto?.
- Guisada con patatitas y coles de Bruselas, estuvo realmente suculenta la perdiz. Y sí, a veces simulo sordera, pero ya veis que de tonto nada.
Tokio 2021
Hace 3 años
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