lunes, abril 06, 2009

Todo acerca de las lunas en el automóvil

Tal vez el primer logro en importancia de cara a la seguridad de los ocupantes de un vehículo, fue dejar de emplear las lunas de cristal tipo botella, (con el consiguiente peligro de cortes en caso de rotura) en favor del vidrio templado, tipo "Duralex", de notable elasticidad y resistencia al rayado, aunque un fuerte impacto, tensión o diferencia térmica, pueden hacer que explote en miles de pedazos, (el típico rastro que deja en la carretera un accidente de circulación).


Mientras se continúa instalando cristal templado en las lunetas laterales y posteriores, en la delantera, llamada también parabrisas, su uso se prohibió hará unos veinte años, por el peligro de una súbita desintegración en marcha, con la consiguiente proyección de astillas de cristal sobre los ojos de los ocupantes; sin mencionar la debida inmovilización del vehículo hasta su reposición.
Por lo cual, la totalidad del parque automovilístico lleva instalada la luna frontal del tipo laminado, o sea, dos delgadas láminas de cristal pegadas entre si por un plástico transparente. Aunque se quiebran con facilidad, actúan como si de una chapa más se tratase, en caso de colisión.


Una foto vale más que mil palabras. En este todo-terreno que salió de la vía, volcando, se pueden observar los restos de la luna templada en la puerta, toda vez que el parabrisas laminado y pegado a la carrocería mediante un cordón de masilla de poliuretano, ha rigidificado el techo, blindando la salida frontal de los ocupantes o la entrada de objetos exteriores, aún astillándose.

La sustitución por rotura de cualquier luna en un automóvil, está cubierta por su póliza de seguros en un 95% de los casos.
La fragilidad descrita en las laminadas y la poca resistencia a golpes secos de las templadas, (de sobras conocida por los desvalijadores de coches) hace que se deban reponer lunas con cierta frecuencia, por lo que han proliferado franquicias especializadas en este tipo de reparaciones, que, por su parentesco con los fabricantes de cristales, pueden ofrecer descuento en las facturas a las aseguradoras, y éstas, obviar la peritación que procederá en todos los casos en que se verifique la sustitución en un taller de carrocería convencional.
Hay que romper una lanza a favor de éstos últimos; nada tiene que ver el oficio de sus operarios con el cursillo de quince días con que preparan a sus sustituidores, en una franquicia de "sólo lunas". Porque en el caso de una puerta violentada, aparte del montaje de un nuevo cristal, suele convenir un complicado reajuste del sistema alza cristales, mientras que si es el parabrisas la pieza a sustituir, hay que descartar posibles focos de corrosión de la chapa por debajo del adhesivo, futuras entradas de agua, vibraciones, etc.
Extralimitándose en sus atribuciones, el asegurador puede intentar influir en su cliente sobre la elección del taller idóneo para el tipo de reparación, (o el tipo de descuento que se va a embolsar) pero en ningún modo puede obligarle, ya que vulneraría con ello la ley de libre competencia.

(Toy empapao del folleteo y de más cosas....)

1 comentario:

Gabriel dijo...

¿No se te habrá roto un cristal recientemente? :P