miércoles, julio 15, 2009

El manejarse

Nuestros defectillos deben ser inapreciables cuando tanta gente de otros países vienen a vivir y trabajar aquí.
Sin duda, tomar el espinoso camino de la emigración deben propiciarlo los graves defectos en la organización social de su lugar de origen.
En consecuencia, deberían aprender de nuestro proceder en vez de tratar de imponernos sus triquiñuelas, sus manejos, su desconfianza.

Un ejemplo que, por mi trabajo, constato que ocurre con frecuencia: dos coches se dan una "caricia", siendo la culpa del conductor inmigrante. En el lugar del accidente admite esta culpa, pero se suele retractar al dar parte a su aseguradora. Ésta intentará ayudar a su cliente (prefieren cobrar a pagar, naturalmente), pero la verdad siempre suele salir a flote, bien por los testigos, las marcas en el asfalto o en la chapa (es un decir, los coches son ahora de plástico), el oficio de los peritos de seguro reconstruyendo accidentes o el mismo informe de la autoridad (que, personada en el lugar del suceso y aún rehusando intervenir en caso de resolverse amistosamente el incidente, siempre emiten un informe de uso interno, casi de valor concluyente si es reclamado por la Justicia).
Consecuencias: ralentizada la reparación de su coche, que deberá abonar de todos modos; en lo sucesivo observado con lupa por su propia aseguradora y, en su prescindible paso por los tribunales, retención del carné de conducir durante una temporada.

Otra situación:
Media hora mareando al comerciante para que le rebaje algo de los 400,00 €. que pide por un artículo.
Cuando se convence que no habrá descuento, dice que vendrá mañana con el dinero.
Y viene, pero con 350,00 €.
Se lleva la compra, ya mañana traerá los cincuenta restantes, "amigo".
Mentira, nunca va a volver.
Su lema "poner poco, sacar mucho" toscamente realizado.
Porque el precio de venta a un comprador normal son, ¡¡300,00 €.!!.

Unos tics en los que apenas caemos los oriundos; y algunos inmigrantes tampoco, oye. (Que en absoluto tengo ningún problema con ellos; la mitad de mis vecinos lo son).
Sólo que alguna vez debo advertirles: quien no aprenda a manejarse como los de AQUÍ, quizá tenga que volver ALLÍ.

1 comentario:

panterablanca dijo...

Yo no tengo ningún vecino estranjero. Sólo sé que en el pueblo donde vivo hay algunas familias de negros que se están adaptando bastante bien, algunos rumanos que también, pero los que peor lo llevan son los árabes. Les cuesta mucho adaptarse, bien pocos son los que lo hacen.
Besos felinos.