jueves, junio 28, 2007

Otra historia de la casita de labranza

La que reconvertimos en templo pagano de orgías gastronómicas.
Como siempre, dentro de las cazuelas, un óptimo balance entre alimentos de origen terrestre y marítimo, y presidiendo la mesa, tres enormes fuentes de ensalada: lechuga, tomate, pimiento, cebolla, aceitunas y unos rabanitos. Naturalmente, los carnívoros no comemos tonterías de éstas, pero aportan un bonito toque cromático y decorativo.
Nunca recuerdo inmortalizar con la Pentax la mesa "puesta".
La foto actual pertenece a la sede de una sociedad gastronómica vasca. ¡Que montaje!.


En la última, llamémosle reunión, se incorporó un nuevo comensal, empleado de banco, para más señas.
No demostró ninguna clase de generosidad colaborando, y además, dió la impresión de ser alérgico a la zona de cocina y especialmente a la del fregadero.
Le propusimos que nos echara una mano para llevar las cuentas.
Estábamos 21 bocas a 20€ cada una. Recaudó 400€, por lo tanto faltaban 20€.
Recuento y requeterecuento y no salen.
Unas amistades de parvulario no se van a resquebrajar por 20 cochinos eurillos, pero había algo de incomodidad en los cruces de miradas.
De pronto exclama el bancario: ¡Perdón! ¡Disculpadme!. He sido yo; no me he acordado de pagar.

No digo nada. Estoy contando hasta diez mil.

3 comentarios:

tootels dijo...

LO NORMAAAALLL...
NUNCA MAIS

Anónimo dijo...

Joder, se nota que es banquero el amigo, siempre barriendo para casa...jajajaja.
Un saludo, Toy, y feliz pitanza.

Índigo dijo...

Supongo que no volverá, claro, total si solo va a comer, puede hacerlo en otro sitio.
Aborrezco a los roñicas, y a los gorrones no digamos...