El espectacular jardín de una masía reconvertida en segunda residencia, llamaba particularmente la atención.
Vi al jardinero construir a mano un puente de madera sobre el riachuelo que atraviesa la finca.
Paso por allí en bicicleta casi todas las semanas.
Pero ha pasado un año o tal vez más, abandonado, las malas hierbas enseñoreándose de parterres, rocallas y césped.
Hoy he visto de nuevo al jardinero de la finca, completamente acalorado intentando poner al día las tareas atrasadas y, a pesar de habernos cruzado solamente algún "hola" y "adiós", no he podido reprimir de preguntarle por el episodio de abandono del jardín.
- Es que a los anteriores propietarios no les iba bien la economía y tuvieron que echarme a la calle y poner la propiedad en venta. La inmobiliaria que vendió de nuevo la finca, pretendió que una macroempresa de su "órbita" reestructurara el jardín con cargo a los compradores, pero éstos, mis nuevos señores, intuyeron los años de cariño que había vertidos en esta tierra y estas plantas; y más al descubrir el cuartucho donde, aparte de guardar la herramienta, lo usaba también como vivienda más o menos habitual.
Los nuevos propietarios investigaron por los pueblos de alrededor hasta dar con mi humilde persona, que por cierto, estaba vegetando (y estorbando), en casa de mi hijo y nuera. Cuando me ofrecieron de volver a trabajar de jardinero en la masía, y que cualesquiera que fueran mis aspiraciones económicas no serían obstáculo para ello, todavía se me empañan los ojos al recordar, loco de contento, lo que les contesté: Lo último que me impediría volver sería el dinero.
Medito acerca del creciente fracaso escolar, y me preocupa que haya jóvenes que renuncien a toda instrucción, no ya universitaria, sino de formación profesional, y se enfrenten a la mucha vida que tienen por delante, sin "nada" debajo del brazo.
Un detalle de experiencia personal: no sin refunfuñar, accedí a una oficialía de primera, como me exigieron mis padres, y luego me he lanzado al vacío en multitud de aventuras (vendedor, camionero, demostrador, etc.), fracasando, pero sin estrellarme al usar el oficio como paracaídas.
Hace tiempo que toy comedido posteando; informaré a Blogger de éste tan ñoño a ver si me quitan el gracioso cartelón de advertencia.
3 comentarios:
Una bonica (alhora que interessant) història!
Si tingués temps també m'agradaria dedicar-me a la jardineria...
Los de Blogger son la leche pero, claro, los "algunos lectores" a que alude como causa del cartelón son gilipollas.
Lo que dices tranciende y eleva lo folloso.
Y cómo lo dices -el ejemplo de hoy bastaría- mucho más.
Pero nada podremos hacer contra la fimosis cerebral de algunos.
Un abrazo.
Hahahaha... qué bueno éso de fimosis cerebral. Y que lo digas. Qué mentes tan pervertidas hay por el mundo, de querer ver obscenidad donde no la hay. Yo te voto donde convenga, Toy.
Ah! Y dale recuerdos al jardinero, qué fascinante labor...
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