domingo, diciembre 13, 2009

Hidratación



Una vez que salimos de excursión, paró todo el mundo a beber de una cascada como ésta, al lado de la carretera.
Les advertí: no bebáis, que igual en lo alto de la montaña hay un rebaño de cabras orinando.
Yo no bebí, claro.
En esto que al cabo de unos meses enfermé; llamé al médico y me recetó unas pastillas. Le pregunté si eran masticables o si debía tragarlas con un sorbo de cervecita.
¡Vaya bronca me echó!.
Que cualquier medicación era incompatible con líquidos que no fueran agua; o leche, en algunos casos.
Terminadas las pastillas no he vuelto a beber agua (bueno, siempre se puede colar una gota en la ducha...).
No puedo decir que estuviera buena ni mala, ¡es que no sabe a nada!.
He vuelto a mis cervezas, vino, Vivesoy de piña y cubatas.
Y algún whisky del bueno, después de cenar.
Leche helada para algún ardor de estómago ocasional.
Apunta también el carajillo de anís de los días de fiesta (creo que lo ví recomendado en el Nuevo Testamento).
Que no bebo agua, pero ando bien hidratado, no sufráis...

4 comentarios:

Toy folloso dijo...

La culpa es de los amigos.

Belén dijo...

Hace años que no hago esas barbaridades!!!

Yo ya soy de zumos,qué horror!

Besicos

La pequeña gigante dijo...

Yo he sido de las jipis que beben del agua de los ríos, 5 días mala... en fin.

Lamento no haberme pasado en todo este tiempo, encanto, espero que todo te vaya tan estupendo como siempre, y que nunca cambies, no dejes que el paso de los años y la rutina corrompan tu forma de ser, besos. :*

panterablanca dijo...

Se nota que no tienes problemas renales... de momento... ;-P
Besos selváticos.