Cada pocos meses repaso lo que está sonando musicalmente, el último berrido.
Para no quedar descolgado, pero con la decepción en aumento.
Encabezan la lista los invariables reguetones, con su percusión ramplona y truculenta, y apenas otra instrumentación
Se ha impuesto la penosa desgana cantando que popularizó el portorriqueño "conejo malo", a lo que hay que añadir unas voces como nasales, propias de cantar con una pinza de tender la ropa en la nariz.
Letras vacías, confusas, faltonas; una jerga medio "spanglish", casi ininteligible.
Sentimiento -entendido como el duende en el flamenco-, cero patatero.
Uffffffff.
Toca descontaminarse.
A ver con esto de Putumayo
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