Continué en la empresa de siempre, renunciando al singular sueldo prometido por un grupo innovador, que cerró al año y medio.
Corté con una dama -y mira que me tenía loco-, que, cuando se hubiera fundido mis ahorros iría a por los de otro, con toda seguridad.
Muchas "otras" rondas que eludí, conduciendo como debía.
Los domingos que pasé con mis viejos, mayores y enfermos, renunciando a improbables éxitos deportivos -bueno, no soy nada competitivo-.
Abucheado por renunciar a la raya que esnifaron todos; -cuentan que la farlopa es muy adictiva y yo soy muy goloso, me conozco-. Ya caí en un vicio nada saludable, y lo que me costó salir.
Eso, que soy cobarde.
1 comentario:
Ya solo me queda el vicio de fumar, que no veo la manera de dejarlo.
Las mujeres y el vino, no son vicios, son necesidades fisiológicas, muy fisiológicas.
Un saludo
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