lunes, diciembre 04, 2006

Crónicas de incineradora

No, que fué uno, y se murió, porque el hígado, con tanto whisky que le hizo empapar, pegó una explosión.
La familia decidió incinerar el cadáver a pesar de la oposición de los amigos, que no veían claro lo de meter fuego a un cuerpo tan lleno de alcohol.
Estuvo ardiendo ocho días.
Y no dejó hacerlo espontaneamente, ¡la incineradora mandó a que lo apagaran los bomberos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si es que tanto culto a los muertos, no puede ser bueno.
Ni muerto le dejan a uno "descansar en paz"...