martes, enero 15, 2008

El problema de los feos

Un mamón, algo así como el primo de Zumosol, pero todavía más feo que yo, que siempre llevaba el coche lleno de tías buenas.
Y que coche; tuneado, con su alerón, sus enormes ruedas y una pintura super-espectacular.
A mis dieciocho años, estaba absolutamente convencido de que no me comía un rosco por culpa de no poseer un coche como aquél.
Pero, a base de observar como se desenvolvía el Fittipaldi, pude darme cuenta de lo equivocado que estaba: el hijoputa se desplazaba con su ejército de bellezones a todas partes, pagando entradas y consumiciones, pero luego le dejaban solo, tirado en la barra del bar y se iban a dar el lote con los guaperas, apareciendo de nuevo a la hora de marchar.


- ¡Fuera de mi coche, cucarachas!. No veis que lo estáis rayando.
- Si sólo estábamos mirando......
- Mirándolo unos pringaos como vosotros, se me puede estropear.
- Anda y que te den, ¡¡¡¡TAXISTA!!!!.
(Tocado y hundido. Se puso a llorar...)

4 comentarios:

Unknown dijo...

Cómo duelen las verdades a veces... Jajaja!!
Un besito!

ybris dijo...

Un auténtico mamón a pesar del coche.
Porque siempre habrá quienes soporten a los mamones por disfrutar del coche.
Y los mamones no suelen enterarse hasta que los llaman taxistas y se dan cuenta de que ni siquiera son taxistas porque no cobran el viaje.

Un abrazo, amigo
(Oye, tu agradabilísima "okupación" en mi blog con la cita, que no había leído, sorry, de tu entrada de abril ha sido todo un hallazgo. Si la hubiese conocido te habría citado, palabra)

panterablanca dijo...

Jajajajaja!!!, qué bueno!!! Por el interés te quiero, Andrés.
Te aviso de que la continuación que tanto esperabas ya está colgada en mi blog.
Un lametón de pantera.

Javier Luján dijo...

Me has recordado a varios amiguetes con este pots, jejeje.
Un saludo.