No, que va uno todo el día de recados con la moto, gas a fondo hacia la ferretería, cagando leches para la agencia de transportes, como un cohete para arriba y para abajo; luego, después del curro apetece tomar una copa con los amigotes, y, porque no, unas divertidas partidas de futbolín.
El tiempo pasa volando y no veas lo morruda que está la parienta el día que debe cenar sola. Para ponerla contenta de nuevo, consigo llevarla a la cama con unos arrumacos. Se deja hacer, como en plan funcionario; vaya, que tengo que hacerlo todo yo.
Le sugiero que monte un rato ella, arriba; que la postura del misionero castiga mucho mis ya de por si maltrechas muñecas. Y va y se pone a despotricar contra la maldita moto y el puto futbolín, (sin ninguna razón, claro).
Y no me he quedado a dos velas gracias a que el tren ya empezaba a enfilar la pendiente abajo, sin frenos y resoplando; ya sabéis a que me refiero.
Intuid entonces, en que condiciones aporreo el teclado al final de la jornada. Más, todo sacrificio es poco si consigo, por unos instantes, alejar las tribulaciones de vuestra mente, amables lectores.
4 comentarios:
Lo onsigues , lo consigues .
( ¿Un dia duro ? )
Besos
no podía dejar de comentar ante tamaño esfuerzo por tu público... loable en sobremanera, sin duda
No sé si amables, pero si agradecidos por tu constancia, amigo.
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