Va, y se mete en dos jardines.
Así, de golpe.
En uno, arremete de nuevo contra la sagrada inmersión lingüística en Catalunya. Ha salido en todos los telediarios que el escolar catalán acaba su instrucción con una media más alta en castellano que los estudiantes de otras comunidades no bilingües. Sólo trescientas familias han pedido escolarizar a sus hijos en castellano, de los siete millones y medio de catalanes que semos.
Esa tontería no hará que nuestros nobles vecinos voten con más ímpetu al partido del gobierno estatal, me temo.
La segunda chapuza es intervenir en el sacrosanto deporte del fútbol. El mercado se regula automáticamente -Messi, con cincuenta años ya no jugará en primera división-. El milagro que ocurre en Inglaterra, con los estadios a rebosar a pesar de los doce millones de abonados a canal de pago, igual se debe más a la política de programación de ese medio, que a intervenciones federativas o de otra índole.
Esa anunciada huelga en el fútbol, tampoco va a suponer otro mogollón de nuevos votos al PePé.
Para nada.
Echadlo, joder.
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