martes, marzo 06, 2007

Contrasentidos



Nos estamos quedando sin árboles y por lo tanto sin almacenes de humedad. La temible desertización avanza y parece que nadie tenga ganas de detenerla.
Observad la parte que linda con el bosque de un campo de cultivo; está mucho más crecida y frondosa que la que no, porque se beneficia del microclima que le proporcionan los árboles. La cosecha estaría en proporción, de no ser por el ejercito de raterillos de toda clase que se esconden en el cercano bosque.
Pero el monte reseco y abandonado se muere. El matorral y las zarzas borran los senderos, la maleza y las hiedras asfixian a los árboles y el menguante grado de humedad convierte al bosque en un polvorín.
Habría que plantar billones con "B" de árboles, y cuidarlos, disfrutarlos, aprovecharlos, renovarlos y sacarles rendimiento, por ejemplo, subvencionando -si fuere necesario- el uso de leña y carbón como combustibles, o de la madera, en sus mil factibles aplicaciones.
Prueba a hacerte en casa un humilde pollo a la brasa de carbón. Quítale las patas a la barbacoa portátil, ponla sobre la "vitro" con un trapo húmedo en medio, moja un poco el carbón con alcohol de quemar, (guárdalo enseguida) préndele fuego y aguarda a que esté bien encendido antes de poner el pollo troceado. Aparte de gozar del increíble aroma que le da esta cocción a la carne, habrás puesto un granito de arena para rendibilizar de nuevo al bosque.
El uso de combustibles fósiles ya nos está empezando a pasar factura.
Y, ¿qué hacen nuestras sesudas autoridades ante este problema?. Pues prohiben (regulan, que queda mejor) el acceso al monte. Creen que de esta forma no vamos a enterarnos de su agonía.
Me recuerda al tema de los accidentes de circulación, imputables unas veces a unos trazados y una señalización pensados con el culo, y otras a la reeducable manía que tenemos todos de tomar siempre el coche con prisas, salir al último minuto pero intentando llegar antes.
Los gobernantes, cuanto más impotentes ante la crudeza de las estadísticas y los hechos, más dictatoriales y ciegos se vuelven, endureciendo prohibiciones, limitaciones, restricciones y castigos, creando, como no podría ser de otra forma, más colapso circulatorio y mayor nerviosismo en el conductor.
Contrasentidos.

1 comentario:

Hinoto dijo...

Cada vez el mundo está peor, ¿y qué hacen los que se deben engargar de arreglarlo? Nada. Ponen alguna bonita ley para que quede bien ante los votantes, pero dices, algo fastidiará a las empresas causantes de la contaminación: Nada. Pagan una multa que les sale más barata que modernizar las instalaciones que provocan dicha contaminación.

Solo se pondrán a trabajar realmente en ello cuando ya no quede casi nada, cuando ya sea demasiado tarde.

Ya veremos como acaba el mundo...