Un ganadero vigilante

Se pasa todo el tiempo en las cuadras, cuidando del ganado, menos los viernes, día del mercado semanal en la cercana capital de comarca. Allí, tomándose unos vinos con los colegas, disfruta el triple que los domingos. Ni se enteran de si hay programados unos conciertos, de si han llegado camareras nuevas en algún bar, solamente cascan de piensos, canales, economía, berracas, sequía, herbicidas y esas cosas.
_ Hombre, Ciriaco, que comentan que has empleado a un mozo.
_ Cierto; ya estoy mayor para llevar solo el trabajo de la granja.
_ También comentan que al nuevo mozo le gusta apoderarse del dinero ajeno.
_ Estaré atento para que no ocurra, entonces.
Al viernes siguiente:
_ Ciriaco, debo informarte que el anterior empleo que tuvo tu mozo, finalizó cuando le pillaron acostándose con la esposa del patrón.
_ ¡Anda!, pues yo he oído que el año pasado le despidió el ganadero ese que acaba de entrar en el otro bar, pues se le estaba follando a unas terneras.
_ Esto es muy grave, voy a tener que tomar medidas.


Al otro viernes:
_ No quisiera que te enfadaras conmigo, Ciriaco, pero tendría mala conciencia si no te contara que el otro día, andaba yo por el cerro buscando unas madrigueras, cuando descubrí el coche de tu hija detrás de unos matorrales. Me acerqué y la vi a ella echando un casquete con tu mozo.
_ Os aseguro que, a partir de ahora, voy a tenerle vigilado muy de cerca.
_ Tal vez no haya oído bien. ¿Tú eres tonto? ¿Qué vas a vigilar, capullo?
_ Sí, sí, cuenta, ¿qué piensas vigilar?
_ Pues...esto....
¡Que no me dé por el culo a mi!