Nunca hay que representar el espectro político en forma de línea recta y sí en forma de círculo, con derecha e izquierda a cada lado, y los extremos de ambos tocándose, en las antípodas del centro. No está tan lejos la ideología nazi de la estalinista. Y aunque me revuelva el estómago sacarlas a palestra, creo que deberían tener un espacio político en esta democracia en la que no creen.
Las elecciones indican el peso de cada ideología en la sociedad; que suele ser muy escaso conforme se aproxima a los extremos, (existen varios ejemplos de catástrofe electoral). En todo caso, aportan información acerca del fenómeno extremista, cuyo crecimiento exige siempre una reflexión.
Sin salida democrática, estos grupúsculos actúan subterraneamente, atrayendo como un imán a toda clase de descerebrados, para luego fomentar el deterioro social. Es la empatía entre clases de desheredados; democráticos, laborales, territorialistas, etc.
Temo que tampoco sería posible un partido político anti-inmigración, cuyo postulado fuera, desde el máximo respeto, sugerir y ayudar al retorno a su país al inmigrante que así lo deseara.
¿Un individuo racista dejaría de vejar, -a veces muy sutilmente- al inmigrante, si hubiera un movimiento que canalizara sus aspiraciones?. A saber.
Lo que si podríamos hacer, es calibrar la importancia de ese colectivo.
Tenemos una democracia capada por el miedo a la importancia real de esos colectivos.
¡Pero si las urnas son inteligentes!; véase sino, la conexión entre descontento y abstención.
Y lo que te rondaré, morena.....
1 comentario:
Vengo a agradecer tus palabras de ánimo en mi blog.
No comento nada de tu entrada, porque no suelo hablar de politica. Me genera estres... jajajaj
Un saludo desde Bilbo
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